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CRÓNICA
JULIO 22   LOS ÁGUILAS DE TRUJILLO

Por: Luis Alvarado Flores

“Y ahora el éxito de los Águilas”, dice la voz amplificada, reverberada de July. Un rumor se extiende por la sala de fiestas. Los chicos se agitan en torno de las muchachas pugnando por un baile. Una baqueta se queda expectante, suspendida en el aire, para segundos después, bajar y dar contra la otra tres veces; mientras, los integrantes del grupo, se quedan como hipnotizados, concentrados en la espera del tercer golpe seco.

Enrique Saavedra, tiene la pluma cogida con los dedos, listo para rasgar las cuerdas de su guitarra negra; el tumbador, Samuel Llanos, más conocido como “Sony National”, abriga las manos acariciando los cueros; Iván Monzón, con su infaltable y humeante cigarrillo entre los labios, ha extendido sus largos dedos en los teclados, dispuestos en la nota inicial; el pulgar tenso del otro hermano, Lucho Zambrano, está a punto en la cuerda más gruesa de su poderoso bajo.

Al tercer chasquido de los maderos, los Águilas, principiarán de forma sincronizada, uno de sus temas propios; y, con él, se abrirá también, la posibilidad para cualquiera de los muchachos que tuvimos la suerte de escucharlos, de conseguir un nombre, una dirección o a lo mejor una cita con la que escribir en nuestras vidas una bella historia de amor o un grato recuerdo de lo que no fue. De cualquier modo, el cielo obscuro de la noche se fundirá con las notas del grupo musical trujillano por excelencia de aquellos tiempos: Los Águilas del Perú, esas eran sus generales de ley con la que se anunciaban.

Los Águilas fueron a Trujillo lo que los Beatles a Liverpool. Los muchachos de la ciudad norteña dominaron el espectro musical por algo más de una década. En aquellos días éstas aves rapaces, impusieron un estilo que no se sustentaba en la voz particular de un cantante. La forma musical era más bien colectiva, grupal en el sentido que su constitución organizativa era por decirlo de alguna forma, igualitaria , democrática. No existían los Aldos (Pasteles Verdes), los Germaín (Angeles Negros), o los Guarniz (Los Deltas); es decir, uno no apagaba al resto.

Esa longevidad musical le permitió extenderse en el tiempo, y dejar atrás, sembrados en los margenes del arco temporal, a grupos liberteños como Fiebre Amarilla, Nueva Junta o la bulliciosa Banda Aerea, por citar algunos. Su fuerza para imponerse musicalmente, tenía quizás dos poderosas aristas. Por un lado, su amplio y variado repertorio, por el otro, la habilidad genial para hacer el tema suyo, es decir, tocarlo al estilo de los Aguilas. Los chicos se atrevieron con todo. Pop, rock, salsa. Su repertorio era una verdadera caja de sorpresas. Estar con ellos los fines de semana era toda una aventura musical; se podía pasar de un triste y nostálgico bolero de cantina, entonada en la voz aguardientosa del tumbador, Sony National, a moverse como un desatado con las notas de un rock duro como Smoke on the water (Humo en el agua).

Los Águilas, también tuvieron producciones propias que circularon en forma de vinilo de 45 revoluciones. Sus letras y sus melodías eran simples, casi artesanales, no obstante, optimistas y contagiosas. Ahora mismo, mientras escucho la legendaria (al menos para mí lo es, y creo que para mi generación también) "No sabes que estás en la calle" o "Me siento libre", que en su primer renglón dice: "caminando perdido y alejado de Trujillo el pueblo que he dejado", irrumpen en mi interior las circunstancias de aquellos años felices, en que los jóvenes seguíamos al grupo trujillano allá donde fuera; de Chimbote a Chiclayo, de Otuzco a Virú. Vencíamos distancias y también puertas , sin un sol en el bolsillo.

Con los Águilas crecimos, conquistamos nuestros primeros amores, pero también nos rompieron el corazón. Con los Águilas descubrimos las mieles del primer beso y la amargura de ser rechazados. Que duda cabe, con los Águilas construimos nuestros mejores recuerdos. En esa época, y dentro de la ciudad de Trujillo y un poco o mucho más, los Águilas, eran invencibles.

Alguien dijo: “que los Águilas era un grupo trujillano para trujillanos”, lo que yo creo es que, la proximidad y la capacidad de los Águilas para sintonizar con los gustos de la juventud de aquella época, además del indudable carisma que poseían, fueron las verdaderas razones por las que hasta el día de hoy sigamos escuchando su música sin cansarnos. Y si bien el grupo trujillano no llegó a tener éxito fuera de sus fronteras, sí encendió nuestras ilusiones adolescentes, triunfando plenamente en nuestros corazones.

Barcelona, invierno de 2013.

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